Cables de alta tensión serían un potencial cancerígeno"Electrosmog": Asesino invisible
La baraja de contaminantes atmosféricos incluye hidrocarburos, monóxidos y hasta antenas de celulares o contaminantes acústicos, pero casi nada de las radiaciones eléctricas producidas por los cables de alta tensión. Especialistas aseguran -estudios en mano- que estas emanaciones tienen letales efectos en la salud, mientras las compañía del ramo retrucan aseverando que no existe ningún trabajo concluyente que así lo demuestre. En medio del desencuentro, Chile carece de una legislación que regule esta materia.
La Nación
Los bosques de torres de alta tensión no sólo constituyen un afrenta al paisaje urbano, sino que, según algunos especialistas, son potenciales fuentes de un tipo de contaminación muy silenciosa y muy poco conocida.
Tras años de investigación científica, muchos expertos han llegado a la conclusión de que la radiación electromagnética que emiten dichas instalaciones -denominada “Electrosmog”- puede ser un factor desencadenante de tumores, leucemia infantil, cáncer cerebral.
En Estados Unidos, ya existen fallos sobre los efectos de esta radiación. En 1994 el Departamento de Trabajo e Industria del Estado de Washington concedió una demanda a favor de un fundidor de la empresa de aluminios Kaiser, la que utiliza una gran cantidad de electricidad en la producción. El trabajador recibió una indemnización laboral por el cáncer que padecía, causado según la demanda, por la exposición a campos electromagnéticos en su trabajo. Esta sentencia aceptó que existe una relación entre el “Electrosmog” y el cáncer.
El reconocimiento oficial del peligro que representan estos “gigantes” transmisores de electricidad se ha ido dando paulatinamente. Primero fue la Oficina de Evaluación Tecnológica del Congreso de Estados Unidos que, en 1989, emitió un informe que decía que “los campos eléctricos y magnéticos producidos por los sistemas de energía eléctricas pueden conllevar peligros para la salud... y pueden causar alteraciones biológicas”. Luego, en 1990, la Agencia de Protección Medioambiental de ese país estableció que “posiblemente hay un vínculo entre los campos electromagnéticos generados por los cables de alta tensión y el desarrollo de cáncer”.
Pruebas del daño biológico
Las alteraciones, desde el punto de vista biológico, se producen “cuando las personas son expuestas a radiaciones de diverso tipo, entre ellas las radiaciones electromagnéticas, dependiendo de las dosis y del tiempo de exposición, se producen daños en el ADN”, dice Flavio Salazar, doctor en biología del programa de inmunología de la Universidad de Chile. Según el experto esta radiación rompe el equilibrio en el organismo, por lo que las células crecen de forma descontrolada, lo que se refleja en tumores que pueden ser malignos.
Andrés Tchernitchin, médico cirujano y toxicólogo ambiental de la Universidad de Chile, señala que el análisis crítico de tres trabajos realizados por investigadores independientes, denominado El Estudio de California, confirmó con alta probabilidad la relación entre la radiación electromagnética y la aparición de enfermedades como leucemia en niños y adultos, cáncer de mama femenino y masculino, cáncer cerebral, depresiones que terminan en suicidios y abortos espontáneos.
Para el especialista no hay dudas: “La radiación electromagnética es nociva para la salud”y especifica que “a mayor voltaje es más fuerte la radiación. Por lo tanto, es mucho más frecuente que haya personas enfermas que viven cerca de los tendidos eléctricos de alta tensión y donde hay transformadores de alta tensión”.
Sin embargo, no sólo quienes habitan cerca de estas líneas resultan afectados, los trabajadores eléctricos, que se ven expuestos a esta radiación, también pueden presentar estos tipos de cáncer. “Quizás la intensidad a la que están expuestos es menor, pero al trabajar todo el día en eso se ven muy expuestos”, afirmó Tchernitchin.
Tchernitchin homologa este tema con lo que ocurrió con el tabaco. “Muchos años se dijo que éste producía cáncer y otras enfermedades. Las tabacaleras decían que no estaba demostrado y financiaban a algunos profesionales para que mintieran. Luego de bastante tiempo salió a la luz pública la realidad. después de que muchas personas se encontraran afectadas”, señaló el médico.
Según él, la solución del problema es aplicar el principio precautorio que “se refiere a que cuando hay sospechas fundadas de algún daño hay que evitarlo, ya que muchas veces cuando ya se descubre el efecto hay bastantes personas afectadas y muchas otras muertas. Además, si se invierte más en prevención se ahorra dinero en salud. No sólo se afecta y muere menos gente, sino que el Estado termina economizando”, dice.
De manera similar piensa el biólogo, Flavio Salazar, para él, lo lógico es tomar precauciones respecto al tema. “Pero estas decisiones se toman en base a muchos intereses, hay intereses económicos importantes y es difícil si no se logra un convencimiento pleno de la opinión pública sobre el tema”.
Electrofobia
En contraste con lo que médicos y científicos han establecido, Nelson Oliva, encargado del área de gestión ambiental y concesiones de Chilectra. está convencido de que las radiaciones provenientes de los cables de alta tensión no son nocivas. La base de su pensamiento se encuentra en un seminario realizado por la CIER (Comisión de Integración Energética Regional). “La conclusión del encuentro fue que los campos electromagnéticos no son dañinos para las personas. El problema es que existe una electrofobia por mala información”. Las personas sospechan que se enfermarán por la exposición a estos campos. Así comienza la electrofobia, aseveró Oliva.
Según el ingeniero de Chilectra, no hay una fuente que diga que efectivamente esta radiación es dañina para la salud. “No se ha podido determinar, luego de todos los estudios, que efectivamente producen cáncer o tumores malignos. No hay una relación causa-efecto”.
Por otro lado, Juan Carlos Belza, coordinador internacional del área corporativa del CIER, señaló que “este parece ser un problema de opinión pública más que de salud pública. La población debe ser correctamente informada para terminar con preocupaciones por temores infundados. La literatura especializada y los estudios son inconsistentes y no despejan las incertidumbres que se plantean en el tema”, concluyó.
Bajo las normas internacionales
En nuestro país, y según mediciones que ha realizado Chilectra en algunos de los tramos de tendido eléctrico de alta tensión, “los campos magnéticos que emiten las torres de alta tensión son de 18,8 miligauss (unidad en que se mide la emisión de radiación electromagnética). Esto es considerado bastante bajo si se compara con la normativa internacional”, explica Nelson Oliva, encargado del área de gestión ambiental y concesiones de dicha empresa. Sin embargo, lo anterior contrasta con el limite de seguridad, de dos miligauss, recomendado por el Consejo Nacional de Protección Medioambiental de Estados Unidos.
La situación nacional resulta preocupante si se compara con lo establecido por estudios realizados en Suecia, en los que se encontró que en niños expuestos a más de tres miligauss la probabilidad de presentar tumores y leucemia se multiplicaba por cuatro. Además, en 1992, el doctor danés Jorgen H. Olsen estableció que el riesgo de presentar leucemia infantil, linfoma y tumores cerebrales, aumentaba cinco veces en las personas que vivían cerca de una línea de alta tensión, expuestos a radiaciones mayores a cuatro miligauss.
Actualmente, en Chile, no hay una norma que regule los campos magnéticos. Oliva señaló que “las referencias que tenemos son los organismos internacionales, en este caso la IRPA (Asociación Internacional de Protección Contra la Radiación) y en ellas nos basamos nosotros para hacer nuestras mediciones, porque estamos preocupados por el medio ambiente”.
La baraja de contaminantes atmosféricos incluye hidrocarburos, monóxidos y hasta antenas de celulares o contaminantes acústicos, pero casi nada de las radiaciones eléctricas producidas por los cables de alta tensión. Especialistas aseguran -estudios en mano- que estas emanaciones tienen letales efectos en la salud, mientras las compañía del ramo retrucan aseverando que no existe ningún trabajo concluyente que así lo demuestre. En medio del desencuentro, Chile carece de una legislación que regule esta materia.
La Nación
Los bosques de torres de alta tensión no sólo constituyen un afrenta al paisaje urbano, sino que, según algunos especialistas, son potenciales fuentes de un tipo de contaminación muy silenciosa y muy poco conocida.
Tras años de investigación científica, muchos expertos han llegado a la conclusión de que la radiación electromagnética que emiten dichas instalaciones -denominada “Electrosmog”- puede ser un factor desencadenante de tumores, leucemia infantil, cáncer cerebral.
En Estados Unidos, ya existen fallos sobre los efectos de esta radiación. En 1994 el Departamento de Trabajo e Industria del Estado de Washington concedió una demanda a favor de un fundidor de la empresa de aluminios Kaiser, la que utiliza una gran cantidad de electricidad en la producción. El trabajador recibió una indemnización laboral por el cáncer que padecía, causado según la demanda, por la exposición a campos electromagnéticos en su trabajo. Esta sentencia aceptó que existe una relación entre el “Electrosmog” y el cáncer.
El reconocimiento oficial del peligro que representan estos “gigantes” transmisores de electricidad se ha ido dando paulatinamente. Primero fue la Oficina de Evaluación Tecnológica del Congreso de Estados Unidos que, en 1989, emitió un informe que decía que “los campos eléctricos y magnéticos producidos por los sistemas de energía eléctricas pueden conllevar peligros para la salud... y pueden causar alteraciones biológicas”. Luego, en 1990, la Agencia de Protección Medioambiental de ese país estableció que “posiblemente hay un vínculo entre los campos electromagnéticos generados por los cables de alta tensión y el desarrollo de cáncer”.
Pruebas del daño biológico
Las alteraciones, desde el punto de vista biológico, se producen “cuando las personas son expuestas a radiaciones de diverso tipo, entre ellas las radiaciones electromagnéticas, dependiendo de las dosis y del tiempo de exposición, se producen daños en el ADN”, dice Flavio Salazar, doctor en biología del programa de inmunología de la Universidad de Chile. Según el experto esta radiación rompe el equilibrio en el organismo, por lo que las células crecen de forma descontrolada, lo que se refleja en tumores que pueden ser malignos.
Andrés Tchernitchin, médico cirujano y toxicólogo ambiental de la Universidad de Chile, señala que el análisis crítico de tres trabajos realizados por investigadores independientes, denominado El Estudio de California, confirmó con alta probabilidad la relación entre la radiación electromagnética y la aparición de enfermedades como leucemia en niños y adultos, cáncer de mama femenino y masculino, cáncer cerebral, depresiones que terminan en suicidios y abortos espontáneos.
Para el especialista no hay dudas: “La radiación electromagnética es nociva para la salud”y especifica que “a mayor voltaje es más fuerte la radiación. Por lo tanto, es mucho más frecuente que haya personas enfermas que viven cerca de los tendidos eléctricos de alta tensión y donde hay transformadores de alta tensión”.
Sin embargo, no sólo quienes habitan cerca de estas líneas resultan afectados, los trabajadores eléctricos, que se ven expuestos a esta radiación, también pueden presentar estos tipos de cáncer. “Quizás la intensidad a la que están expuestos es menor, pero al trabajar todo el día en eso se ven muy expuestos”, afirmó Tchernitchin.
Tchernitchin homologa este tema con lo que ocurrió con el tabaco. “Muchos años se dijo que éste producía cáncer y otras enfermedades. Las tabacaleras decían que no estaba demostrado y financiaban a algunos profesionales para que mintieran. Luego de bastante tiempo salió a la luz pública la realidad. después de que muchas personas se encontraran afectadas”, señaló el médico.
Según él, la solución del problema es aplicar el principio precautorio que “se refiere a que cuando hay sospechas fundadas de algún daño hay que evitarlo, ya que muchas veces cuando ya se descubre el efecto hay bastantes personas afectadas y muchas otras muertas. Además, si se invierte más en prevención se ahorra dinero en salud. No sólo se afecta y muere menos gente, sino que el Estado termina economizando”, dice.
De manera similar piensa el biólogo, Flavio Salazar, para él, lo lógico es tomar precauciones respecto al tema. “Pero estas decisiones se toman en base a muchos intereses, hay intereses económicos importantes y es difícil si no se logra un convencimiento pleno de la opinión pública sobre el tema”.
Electrofobia
En contraste con lo que médicos y científicos han establecido, Nelson Oliva, encargado del área de gestión ambiental y concesiones de Chilectra. está convencido de que las radiaciones provenientes de los cables de alta tensión no son nocivas. La base de su pensamiento se encuentra en un seminario realizado por la CIER (Comisión de Integración Energética Regional). “La conclusión del encuentro fue que los campos electromagnéticos no son dañinos para las personas. El problema es que existe una electrofobia por mala información”. Las personas sospechan que se enfermarán por la exposición a estos campos. Así comienza la electrofobia, aseveró Oliva.
Según el ingeniero de Chilectra, no hay una fuente que diga que efectivamente esta radiación es dañina para la salud. “No se ha podido determinar, luego de todos los estudios, que efectivamente producen cáncer o tumores malignos. No hay una relación causa-efecto”.
Por otro lado, Juan Carlos Belza, coordinador internacional del área corporativa del CIER, señaló que “este parece ser un problema de opinión pública más que de salud pública. La población debe ser correctamente informada para terminar con preocupaciones por temores infundados. La literatura especializada y los estudios son inconsistentes y no despejan las incertidumbres que se plantean en el tema”, concluyó.
Bajo las normas internacionales
En nuestro país, y según mediciones que ha realizado Chilectra en algunos de los tramos de tendido eléctrico de alta tensión, “los campos magnéticos que emiten las torres de alta tensión son de 18,8 miligauss (unidad en que se mide la emisión de radiación electromagnética). Esto es considerado bastante bajo si se compara con la normativa internacional”, explica Nelson Oliva, encargado del área de gestión ambiental y concesiones de dicha empresa. Sin embargo, lo anterior contrasta con el limite de seguridad, de dos miligauss, recomendado por el Consejo Nacional de Protección Medioambiental de Estados Unidos.
La situación nacional resulta preocupante si se compara con lo establecido por estudios realizados en Suecia, en los que se encontró que en niños expuestos a más de tres miligauss la probabilidad de presentar tumores y leucemia se multiplicaba por cuatro. Además, en 1992, el doctor danés Jorgen H. Olsen estableció que el riesgo de presentar leucemia infantil, linfoma y tumores cerebrales, aumentaba cinco veces en las personas que vivían cerca de una línea de alta tensión, expuestos a radiaciones mayores a cuatro miligauss.
Actualmente, en Chile, no hay una norma que regule los campos magnéticos. Oliva señaló que “las referencias que tenemos son los organismos internacionales, en este caso la IRPA (Asociación Internacional de Protección Contra la Radiación) y en ellas nos basamos nosotros para hacer nuestras mediciones, porque estamos preocupados por el medio ambiente”.
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